miércoles, 18 de noviembre de 2009

De placeres en los ríos bajo lluvia

Yo no pertenezco a este lugar, mi palma tiene un refino en surco dibujado con los dados que ha tirado el gran señor… Subo cuesta desde el centro de la tierra y enterrado como el tiempo voy llegando a superficie, a respirar por fin. Me hago lámpara de claroscuro y descubro, a cada paso, un claroscuro más, uno nuevo una vez más. En el prístino lujito de mis ojos fundo el barro de los días que se fueron sin remedio y te aprieto entre mis manos sin dejar que alimentes tus pulmones, mis caricias ya te ahogan, los diluvios que mojamos fueron viajes de los gustos y, a pesar de mi sutil caricatura, maduré el dulce roce del remanso del placer.
Granito a granito tapados por agua, granito a granito tapado este mar también. Y la yapa, la dulce trama que trae revancha, para endulzar esa última ojeada de las horas de sonrisas.
Cuenta y late. Sale y cruza. Mira y vuelve. Lujo, tiempo, voces, besos, ciegos, sordos, mixtos, tontos, lindos, sol…
Es la marca de la huella, es difícil, no pedirle mucho al cielo cuando el carro dio unos saltos por ahí. La caída de la aguja nos aleja de la tímida inocencia que regala los sabores mientras duermen las neuronas sobre hormonas de la amnesia desnudez.
El cuadro se completa con la suerte y medio segundo más tarde… Sabés, no? Que la mesa a contratiempo, que la estrella a contraluz, que mano a contrapelo, que los pies a contratuerca, que la vida contra todo y a favor también…
Yo me muevo con paciencia, tropezarse tan seguido, no sería nada sabio y empiezo a creer que me llegan con el agua las mejores pescas esta vez…

1 comentario:

Gabriela dijo...

y siempre llego,
casi sin tropezarme
hasta aqui
casi natural.