domingo, 18 de diciembre de 2011

Debería intentarlo más seguido




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Todavía puedo apretar la tecla verde de mi celular y ahí estás, nadie me cobra por escucharte. Eso si: siempre y cuando estés disponible para mí. Te siento como una cuanta pendiente que abandoné, un idioma que no pude aprender a hablar, quisiera pero no puedo decir nada respecto de esa mano en tu cara, pero como quisiera, acá me vez practicando a solas tu idioma, ojalá un día pueda llegar a vos. Tengo la sensación de entenderte, esa parte del idioma si lo aprendí, creo que si sólo pudiera, reproducir la misma dicción de tus palabras, entenderías lo que te digo y, entonces, darías respuesta a lo que intento decirte, ello daría prueba de mi aprendizaje y sellaría nuestra buena comunicación dejando en claro mis profundos deseos de verte respirar en vuelo a la gracia. Antes hablé como vos… supongo, es por eso que te entiendo. En algún momento compartimos el idioma también, después te volviste la mejor de las opciones en la perinola, te soltaste de las cuatros cuerdas, volviste a meter las patas en el barro, y corriste lejos mío, mientras yo te miré sin hacer demasiado esfuerzo por alcanzarte. Probablemente sea por eso que no puedo decir nada sobre esa mano en tu cara, digo: los dos sabemos lo difícil que es dejarse ver.
Todavía puedo apretar la tecla verde de mi celular y ahí estás, nadie me cobra por escucharte. Eso si: siempre y cuando esté disponible para vos… no obstante acá me ves, practicando a solas tu idioma, me gustaría que supieras que, si tus girasoles florecieran en todas las estaciones, me sentiría mucho mas feliz… Debería intentarlo más seguido.

martes, 15 de noviembre de 2011

La fruta lejos del árbol





Útero divino y su esplendor,
el sol despierta las chicharras.
Triste calesita del amor,
el ruido soplando las alas.

… si es tan lejos…
Conviene empezar a andar
…si demoras…
En la sombra crecerás.

Vértigo desnudo de empezar,
pinta cuadros sobre cuadros.
Solitaria naturaleza,
al encuentro de ese cauce.

…Cuantas horas que se fuman mal…
Demoler hasta las bases.

Solo busco hallar la fruta lejos del árbol
y la brújula (loca) girando está.
Marca el rumbo la intuición.

Todo dato está bajo la piel,
cada fruta y su carozo.
Toda huella dejo de pisar,
Pierdo el curso y la memoria…

…desde el útero hasta Dios…
Se va todo y quedo yo (desnudo y fresco)
…amándolos…

Solo busco hallar la fruta lejos del árbol
y la brújula (loca) girando está.
Marca el rumbo la intuición.

jueves, 13 de octubre de 2011

Identidad


Desde acá (Probablemente, mucho más lejos de mí mismo), todavía logro encontrar en las huellas de mis pasos, en el rastro de mi recorrido, lo que parecí ser en algún momento. Me veo en el camino. Veo las postales y traigo las sensaciones de cada una de las alteraciones que se fueron presentando en la línea de mis días. Entre sombras, remansos y escaleras me invade la idea que, tal vez, nunca esté donde quiera estar; que la búsqueda es mucho más que una canción, la búsqueda es un concepto de vida y que no es extraño que alguien que goteo como savia del árbol de donde yo caí siempre este dando pasos en busca de una identidad, no es nada raro que ese sea el motor de este movimiento que siempre me deja tan lejos pero tan cerca de mí mismo. Puede que si sea algo rara esa vos que me susurra al oído que la identidad se construye a cada segundo… El movimiento es eso de no sentirse (casi nunca) satisfecho del lugar en el que se está parado, de mutar tan rápido que algunas veces no alcance el tiempo siquiera para disfrutar de las llegadas, este pulso que de inmediato nos hace partir; como si el máximo placer fuera el de ir caminando, como si la quietud tuviera olor a muerte (o puede que sea “síndrome de la insatisfacción constante”, como decía Penélope Cruz en Vicky Cristina Barcelona). Cada tanto pareciera que me pierdo… pero… si bien, nunca tengo claro cuales son mis pies y cual es mi camino me impulsa la intuición de que, mientras esté en movimiento, ando bien rumbeado. Sigo creyendo que uno construye lo que quiere ser todos los días, que se construye peldaño a peldaño el pasamanos por medio del cual vamos a cruzar este gran y extraño charco que llamamos vida y que todo lo que nos aleja de estas guías nos condena al peor de los fracasos.






"Identidad es la respuesta a las preguntas que soy, de dónde vengo y hacia dónde voy. También de lo que quiero ser. Privar de esa identidad conspira contra el autoconocimiento, la autoestima y la autoeficacia"

De las pantallas del recital de Indio Solari en Junín, 
Septiembre de 2011

                             


lunes, 5 de septiembre de 2011

Prefiero llevarte conmigo


Cada vez que vuelve, cada vez que enciende esa luz azul
Cada vez que late, cada vez que nace dentro de esa flor

…vuelvo a estar así…
…preso aquí y allí…

Cada vez que escapa, cada que mira tras el ventanal
Cada vez que llega, cada vez desata un alba boreal

…Sé resplandecer…
…lejos y en mi piel…

Revolcándome en mi barro (ruta dulce, trago amargo)
Y mi frágil ser emplumando
Buscando cueva donde nacer

Cada vez la trama se hace un laberinto y boca de sal
Cada vez los ojos, son de ayer reflejos y me duelen más

…feliz tristeza…
...ciego y a buscar…

Cada vez los astros hacen remolinos, ante el navegar
Cada vez me espanto de viejos espejos

…voy, no sé por que…
…otro paso más…

Revolcándome en mi barro (ruta dulce, trago amargo)
Y mi frágil ser germinando
Buscando tierra donde crecer


Si no hay manera (corazón...), de bajarse de este tren…
Prefiero llevarte conmigo.








El videito de arriba es uno de esos detalles que (desgraciadamente) se le escapan al autor cada tanto. Lo mismo con algunos tonos de la plegaria, presos de una gola dominguera pos misa india y pedacitos de la letra...
De todos modos, dicen que para muestra basta con un botón. Como yo no soy botón seguro no ha servido como muestra de nada, pero ahí esta...
A su salud!

sábado, 20 de agosto de 2011

Donde no bailan marionetas


Tal vez tropiece con mis piernas por ir corriendo en este ripio.
Pueden no estar en esos mapas lo que hoy uso de camino.
Puede la suerte estar echada, tal vez, más cerca del asfalto;
puede, ojalá, no la precise si en viento silva en mis oídos…
Canciones que se llenan la panza, amor…
Donde no bailan marionetas y así mis pasos…

Puede, parezca algo perdido cuando es el mundo el que me alcanza
soy yo el que dejo que se acerque, estoy emplumando las alas...
Puede ser solo un viejo vicio, tal vez soy tan inadecuado…
No sé jugar de otra manera, prefiero estar del otra lado de la red.
Un poco de silencio no viene mal, amor…
Donde no bailan marionetas, sangran verdades…

Cuentan que una noche va a abrigar, una vez este salto.
Bien de abajo, así me impulso más.
Quiero ir muy alto y llevarte conmigo.






lunes, 25 de julio de 2011

Al lado del camino

El mundo pega la vuelta y quedo acá, con la boca abierta y esta cara de opa que no sabe para donde correr… patas para arriba, no sé si el mundo o yo, pero se siente todo patas para arriba. Hace rato camino este ripio, ya no soy un novato en las frescas de la madrugada. No te miento si te digo que hay unos cuantos tragos de esta sopa que no pasan por mi garganta. La ingenuidad la perdí a los cachetazos, la calle tiene sus reglas y yo bailo más o menos bien esta milonga, pero a veces se pierde, se muere y se vuelve a nacer… Hay una especie de pertenencia acá también, suelo pensar que somos los que quedamos del otro lado de la red, eso nos sale caro, pero somos libres y eso (eso si..) garpa mucho más. Seguro, tantas veces más me voy a perder, enredarme entre la púas de los alambrados y amanecer con la ceguera del sol en los ojos, que es ese momento de extraña pertenencia del que te hablaba antes, cuando la belleza te sorprende en medio de una escena terrible y no sabés si reírte del cinismo de la vida o sentirte agradecido por lo que te toca. Me voy a perder ahí te decía, voy a despertar y, aunque sea a tientas y arrastrándome, voy a volver a encontrar el camino… Para volver a salirme de él. Hay lugares a los que yo, claramente, no pertenezco.

lunes, 27 de junio de 2011

Aquí te espero




Te busco y no estás. Te encuentro y no sos. Hace rato, ya, que venimos tocando esta canción a destiempo… Es de noche y en el suspiro de la soledad, pareciera que nos encontramos, este espacio es nuestro, pienso. Me preparo para recibirte (vos sabés todo el ritual que, para mí, promueve el ángel de tu presencia), mi casa es tuya. Y te quedas en silencio, rebotando tu imagen en la habitación, jugando al loco con mis dedos, metiendo esas dos o tres notas fuera de la escala que arruinan toda la velada.
 Cuando volvía de mi niñez, algunos días atrás, naufragué en un recuerdo tan escondido que me parecía ajeno, un espejo perdido en el fondo de la casa reflejando una imagen absurda, multiplicándola… como si con una no bastara. Éramos aire liviano, vos y yo, éramos satélites el uno de otro, una cofradía, una escultura de la inocencia acariciada por un pibe de un lustro. El tiempo era siempre el mismo, te acordás? Después yo quise correr y vos le tomaste el gusto a eso de andar despacio. Yo quise ser hijo del vértigo y vos cantabas baladas, la escena resultaba bonita a pesar de las diferencias. La calle con sus cordones y yo intentando desatárselos cada noche. Me dijiste que las ciudades no eran para vos, que el ruido entorpecía la comunicación, que en el tumulto todos somos nadie, que lo que te tiene que encontrar te alcanza en cualquier lado y te dibujaste allá, lejos, en una imagen que esperabas que un día yo llegará a colorear. Yo hice mis pasos sin mirar atrás, cruce a los tumbos las líneas de las que tantas veces hablamos y sentí un alivio en el pecho. Este era el laberinto que me tocaba a mí. Años más o menos, quedamos en encontrarnos a la salida.
Te busco y no estás. Te encuentro y no sos. Hace rato, ya, que venimos tocando esta canción a destiempo… Tomate el tiempo que quieras, acá te voy a estar esperando.

miércoles, 1 de junio de 2011

Puerta abierta





Vuelvo. Desde algún lugar lejano vuelvo. Estoy en vos y estás en mí, yo en ustedes y ustedes en mí, el mismo lugar de siempre, la pertenencia nunca desapareció. Podría decirse que también ustedes están de regreso, sabemos muy bien que este plano es un espacio sin lugar y nuestra morada es el lugar en donde la llama late, donde los ojos brillan, donde los corazones palpitan, donde los brazos de la vida abrazan de verdad. Entonces, también son ustedes los que vuelven a mí. Somos los que estamos y estamos lo que tenemos que estar, no hay nada de sobra entre nosotros, ni nada de menos, los que hoy físicamente no nos acompañan en este viaje no están ausentes, vienen siempre con nosotros, en gestos, palabras, reflexiones, miradas, recuerdos, peleas, planteos… En algún lugar se acomodaron y viajan para siempre con nosotros. El aroma que nos junta es inconfundible, la vibración que llama es madre, es el momento del equilibrio, es la hora de los seres. Se rompió la red y nos soltó, se abrió la jaula y volamos, despacio y cada quien desde sus lejanas trampas dimos pasos agónicos naciendo y muriendo en infinidad de vidas, nuestra única brújula fue la intuición, nuestra mejor escuela fueron nuestras heridas, detrás nuestro las huellas que mañana otros han de seguir. Y aquí, juntos otra vez.
Es la parte que nos toca y de la que nos hacemos cargo, nos toca ser la lanza y toda una humanidad nos empuña. Mañana el día será igual pero diferente, estamos ahora del otro lado del puente, se rompió el candado, salimos y empezamos a caminar hacia otro lado. Estas palabras son huella y al leerlas dejarás las tuyas también, nosotros pintamos este cuadro, libera tu bellísima creatividad, entonces, y construye la realidad más hermosa que puedas imaginar.

Sintonía



Que bueno fue que estuvieras viva.
Que bueno fue que llegaras justo.
Que bueno fue sepultar la herida.
Que bueno fue desnudar los sustos.
Que bueno fue que supiera verte.
Que bueno fue liberar la gracia.
Que buena fue la pasión en medio.
Que bueno fue ser tan diferentes.
Que bueno fue robarte aquel beso.
Que bueno andar la distancia juntos.
Que bueno verse en ojos ajenos.
Que buena fue esa escena nueva.
Que bueno el cuadro de aquella noche.
Que bueno estés acostada al lado.
Que bueno es dejarlo en palabras.
Que bueno es esto que está pasando.

miércoles, 4 de mayo de 2011

Meridiano




… de este lado el filtro da otro color. El clavo, la cruz, las llaves y el desierto (detrás y delante). Ese despegar, esa nueva fascinación y las caricias más profundas y nativas, a veces, se parecen bastante a la soledad. Bastan aquellos pequeños puestos de descanso y las manos cuando golpean y la sangre cuando es “amable” para recuperar el aire y sin embargo, pulmonada tras pulmonada - y más allá de mis intenciones- me reconozco cada vez más del otro lado; podría decirte quizá, ya lejano.

Miro atrás y mapeo los días como queriendo reconstruir un camino de regreso que ya no está. Me imagino entre la muchedumbre caminando, en las filas de los bancos, en las fiestas de fin de año, en los clubes, en las epopeyas carnales de las celebraciones nocturnas, en las palabras espontáneas inocentes, los oídos vírgenes y los ojos ingenuos, frente al televisor noche tras noche en la soledad compartida de millones de consumistas violados en una inmensa y siniestra orgía de manipulación colectiva (bajo el alivio de un consuelo de sonso) y aunque me esfuerzo, en algunas ocasiones hasta las lagrimas por encontrarme entre ellos, no encuentro, a estas alturas, ya ni el rastro triste de mi sombra perdida.

No tengo idea hacia donde voy ni porque estoy acá. No tengo idea de porque en este espacio hay tantas cosas que no huelen, no se sienten, no se ven, no saben a nada. Sin saber por que y sin haber tenido la intención tengo la impresión de haber cruzado un meridiano, y aunque por momentos quisiera volver… ya estoy del otro lado.








lunes, 18 de abril de 2011

La zozobra de la vida





Ya no me alcanzaban las estrellas en los tiempos en que descubrí que mi mollera se había cerrado para siempre. Me consumía por dentro, el ciclo constante, diario, la ferocidad del movimiento había puesto sobre mí la ceguera peor. Lenta, pero inexorablemente descubrí que aquello de lo que me estaba alimentando sabía más a mí mismo que a ninguna otra cosa. Fue en aquellos días cuando empecé a creer en la idea de que algunas personas van mutilándose paulatinamente, día tras día, para ellos es algo que no se puede detener; ciertas cegueras producen un aceleramiento notable de este fenómeno y entonces, cuando acabamos por permitir la última mutilación de nuestra vitalidad, nos encontramos con la muerte de frente, ella nos besa en la boca y después en un ritual oscuro nos fundimos en el abrazo de la triste entrega. No cuando se detiene el corazón, sino cuando de un modo u otro decidimos entregarnos  a ese abrazo es que estamos muertos; ¿Quién sabe? Aunque yo nunca lo vi, hay quines dicen que se puede despertar de allí. En caso de que no, lo que viene después, lo que antecede a la desaparición física, esa especie de angustia infinita… no es más que la zozobra de la vida.

viernes, 25 de marzo de 2011

En otras manos

 


Todavía algunos ojos,
todavía algunos brazos,
todavía algunas vidas,
sin retorno a su lugar.

Todavía algún silencio,
todavía ese dolor
todavía la mentira.
Sin poderse encontrar.

Todavía en otras manos,
todavía no sabés.
Todavía se te espera,
se te sueña, se te cree.

Todavía esas viejitas,
treinta y cinco años después.
Todavía están buscando
cuatrocientos nietos más.



Cada veinticuatro de marzo en este bendito país se conmemora en día de la Memoria.
Con la última dictadura militar, además de treinta mil detenidos desaparecidos y seiscientos cincuenta muertos en la guerra de Malvinas, unos quinientos niños perdieron su identidad producto de la apropiación ilegítima por parte de los dictadores. Fueron robados no solo de los brazos o los vientres de sus madres, sino también de su propia historia y la de toda sus familia.
Al día de hoy, se han encontrado ciento dos. Todavía se espera encontrar a los otros cuantrocientos.

  

                Los que quieran


Se buscan tus ojos marrones de almendro
tus ojitos verdes tus ojitos negros
se busca la gracia que quiebre el secreto
se busca en la nieve el calor de un lucero

se buscan olores, bostezos y risas
mentones espaldas montones de brisas
se busca llenar un lugar que está hueco
se busca tocar lo que se ama en silencio

se ofrece madera a quién pudiera
y que quieran los que quieran

se buscan tus brazos tus fardos de huesos
la misma mirada los mismos consuelos
se busca quien vista el vestido de ella
se busca quién calce perfecto en la huella

se buscan tus dientes ay si vos supieras
qué lindo reía qué lindo que era
se busca la idea del mundo de él
se busca la fuerza que debés tener



martes, 15 de marzo de 2011

Memorias de la tristeza



La copa desde abajo se ve perfecta, es cristal de transparencia distorsionada debajo de la luz amarillenta brillante. La escena es perfecta. Es esa parte dulce de la tristeza, el lugar en donde uno se acuesta para dejarse morir, al menos por un tiempo. Memorias de la tristeza. Símbolos del perdón. El momento preciso en que se produce la rajadura desde la parte superior hacia la base. 



jueves, 3 de marzo de 2011

Las cosas tienen movimiento

Muevo apenas los dedos por encima del mundo, sé que me traigo un poco de todos. Algunas veces exagero y juego a que miro por la ventana  de los demás, entonces tengo la sensación de, casi, poder sentir como ellos y me siento absoluto, completo, conectado. El mundo es, a veces, un puño que nos asfixia y otras veces un prado que nos reúne, eso lo sé y es por eso que todavía le prendo velas a las tumbas de las historias, por es que venero la suave resaca de lo mal bebido además de aquello que dichosamente me quito la sed.
Me cuesta, a veces, hacerme a las rutas sin rumbo fijo, sin embargo cada vez que lo hago descubro que tengo un lugar en ese lugar que no es ningún lugar; probablemente sea mi lugar, mi morada eterna. Puede que sea por esa certeza inconfundible que me invade el temor cuando un paisaje prometedor se avecina (siempre pienso que la palabra avecina es genial…), puede que tenga en claro que si esa imagen algún día toma la firme decisión de seducirme de un  vez y para siempre, lo más probable es que no me pueda separar de ella y de esa manera correría el riesgo de ser terriblemente feliz para siempre... ¿Cómo podría permitirme semejante bajeza?
Pero me veo en vos y en vos y en vos y otras veces en mi voz… Algunas veces con más fortuna que otras y otras con menos suerte que algunas veces, pero me veo y, aunque trato de no tenerlo en cuenta, sé que me ves y sé que todos sabemos que esta trama se teje así: vos es mis manos, yo en tus ojos, ella en tus labios, alguien que piensa, algo en la piel… Y cuando menos lo esperamos dos palabras cruzaron el mundo y… quien sabe? Quizá salvaron una vida.
Lo dejo fluir entonces, te dejo llegar y voy hacia vos, también. No sé donde vamos, no me preguntes donde te voy a llevar. La verdad es que todavía no tengo claro quien lleva a quien. Solo tengo claro que las cosas tienen movimiento y la angustia no es más que no poder aceptar ese fenómeno imposible de detener. Nada es tuyo, nada es mío, nada es de nadie… Y, aunque te parezca mentira, eso es lo mejor que tenemos.


Por cierto... Gracias a Mirta Pagano por permitirme usar su cuadro para ilustrar mi texto!!!
Es sarcasmo, claro... (todo menos lo de "gracias"")

miércoles, 16 de febrero de 2011

Distancia

La palabra distancia es algo que casi me genera fobia… Distancia cuando hay cercanía digo; distancia cuando es una opción y se opta por ella. Distancia de uno mismo sobre todo. Cuando la distancia es de kilómetros me resulta más bien atractiva, esas son distancias incorregibles, aunque a veces son por opción o por placer también, pero ese preciso momento en que uno da cuenta de la lejanía de kilómetros, eso es irremediable, irreductible, inquebrantable, subliminal; quizá puro aprendizaje, es como la lluvia: cae y nada se puede hacer, solo disfrutar del ver como cae agua del cielo. Pero las distancias esas de sentir que no te podés poner la mano en el pecho, las de sentir que no podés decirle a tus pies hacía donde querés que vayan, las de no poder afinar una nota, las de dormir sin descansar, las de aproximarse a la lejanía, las de besar el sosiego, las de ir a contramano del corazón… esas son una mierda. Son un pantano, una cárcel de diseño, una trampa que no engaña a nadie, un hambre mal saciada, un vaso de agua podrida, una boca llena de sal…
Unos pasos más cerca, aunque eso me haga doler las piernas, se ve muy mal. Puede que esto sea lo que hace que se aleje. Unos pasos más cerca huele a podrido, se oye rechinar de dientes, se puede sentir la humedad, los hongos en los rincones de la habitación. Unos pasos más cerca se siente el rechazo, el miedo de un gato cagado a palos que ya no quiere más o que, por lo menos por un tiempo, ya no hay aventura que lo aleje de su madriguera. Unos pasos más cerca, aún más cerca probablemente, se siente el bramido de las aguas de la fe, se escucha el golpeteo de ese paso que quiere ser, la impaciencia del último paso a cruzar el meridiano y el griterío de la prohibición aturdiendo el hambre, ese que lleva más allá.
A veces cerca es muy lejos. Otras veces lejos es acá.

                         
                             Lo mejor de nuestra piel es que no nos deja huir...

viernes, 28 de enero de 2011

Al otro lado


Abrir el diálogo interno del cuestionamiento, tratando de no esquivarle al bulto y evitando dirigir misiles verbales envenenados al primero que se cruce, es un lastre que va subiendo de peso proporcionalmente con el aumento de la conciencia de las propias responsabilidades. Digo: mirás para dentro y te quedas solo…  tus zapatos rotos de tantos años y el camino, un camino cada vez más estrecho bajo un atardecer lluvioso entre medio de una arboleda de sauces llorones, un camino gris de piedra y barro que se eleva paulatina y certeramente hasta la cima de una sierra lejana detrás de la cual, ojalá (probablemente), el viento sopla renovador haciendo a un lado las nubes y las estrellas decoran una sala de estar perfecta donde la luna es una lámpara de opalina que se refleja en el agua de un estanque exclusivamente para vos. El fin del camino, al otro lado de la sierra, es toda una promesa y basta para arrastrar los pies, sin embargo ese largo camino sigue estando ahí; a veces te ahoga, te sofoca, te mata de hambre y sed, te ciega te aleja, te enajena, te oculta y derrama gotas de perfume de la muerte y es entonces cuando se descubre que lo más pesado no es la inhospitalidad del trecho que caminamos que no nos muestra sustento para la supervivencia, sino la extrañeza de que uno mismo es mago y despensa de sus necesidades. Las ramas vuelan por encima de tu cabeza mientras llorás arrodillado y te gritan confusamente “¡En vos está todo lo que necesitas para sobrevivir!”. De repente un estruendo y PUM!!! volvés a la vida de todos los días, la gente te habla, la tierra se mueve, sigue latiendo ahí y para vos el mundo es solo una línea gris que se mueve velozmente a tu alrededor autodestruyéndose, por eso recordás el árbol donde hace un momento estabas sentado llorando y volvés ahí, porque sentís que si hay algo peor que la muerte es estar disconformemente vivo… y a pesar de que te duelan los pies y el camino se hace cada vez más cuesta arriba, no va a haber nada que emita un latido dentro tuyo si no llegás hasta el otro lado de la sierra.
Lo jodido de emprender caminos largos que van hacia dentro es que en el recorrido borramos la estupidez que hace falta como para volver atrás y así no nos queda otra que seguir hasta el final o perecer a mitad de la aventura. Lo más denso de responsabilizarse de los propios movimientos y de los resultados que eso muestra es que nuestras piernas no están preparadas para cargar el peso de la culpa y el autocastigo cuando la realidad se desnuda y se chupa los dedos eróticamente frente a nosotros, haciéndonos burla… Con todo, y sin lamentarnos, allá hemos ido, hasta la lejanía del dolor y la ausencia, de la indiferencia, la soledad y el miedo; dando pequeños pasos y tomando fuerza para cargar la totalidad del lastre, perdonando y perdonándonos hasta sentirnos más livianos, hasta llegar aquí, llenos de raspones, bollos y torceduras, a dejar unas líneas para agradecer que al margen de la locura que nos aleja de nosotros mismo y las idioteces que podemos llegar a hacer, todavía quedan personas que (neciamente) siguen dándonos sus buenas intenciones, aunque parezca que un monstruo nos está devorando por dentro y se asoma por nuestra boca. Porque puede que seamos cada más lo que creemos que la solución real se encuentra mucho más en el perdón que en el castigo…

jueves, 20 de enero de 2011

Namaste


Hice silencio, cerré la boca un poco. Hice silencio para escuchar. Hice silencio desde un recuerdo, hice silencio para observar. Hice regreso a un punto, hice de noche y oscuridad. Fui caminando lento, paso tras paso, hasta llegar.
Cerré la puerta de salida, abrí la misma puerta para entrar.
Andar de punta a punta los laberintos, aprender que solo hay una forma de salir y verse a la cara con los viejos miedos. Descubrir que quien este enfrente, es una construcción de mi propia percepción condicionada, quizá (en mi caso) -más que nada- lo que temo de aquel que se para frente a mí. Es descubrir la lamina sobre los ojos, el filtro vivencial de la mirada; los recuerdos de la palabra que dolió y detrás de ella una historia tan parecida a la tuya… y la idea de que detrás de eso se esconde lo natural casi como una falla de diseño, como un cuento sin fin que al acercarse a las ultimas líneas nos susurra entre sollozos: “alguien tendrá que PERDONAR”. Probablemente sea ahí donde comienza a latir la posibilidad de habitar el cuarto de arriba, donde todo se siente más, pero duele menos y entonces mi boca (sin que yo lo pueda controlar) comienza a decir: “si te entiendo te perdono y si te perdono no te juzgo y si no te juzgo no te temo y si no te temo no duele y si no duele me siento mucho mejor…”


Y que NUNCA nos falte una canción...