domingo, 13 de septiembre de 2009


I

Yo nacía como un pato salvaje
pero era sólo consumación de brotes.
Era eterno mi corazón
eterna mi dicha
postrero el cuerpo para criaturarme.

Yo bebía de mi propia carne
como un secuestro de las razones no dadas.
Luego bebía de las viejas comarcas
ansiando que un suelo me proyectase desde la luz
como a un molino sensible
y el cielo me iluminaba
y yo ignoraba a los profetas.

Después me acomodaba en los látigos de la arena
detestando la sed infinita
obligándome dulcemente a echar del olvido al desierto
haciéndome fotos como ángel
como trueno
como especie inaudible de ritual corpóreo.

Y el silbido de mi viento interno,
eterno viento dentro de las uvas de las almas,
se consagró en los subsuelos del templo pagano
para perdurar en el antagonismo.
Ya que mis ramas carecen de rezos
con los que al flotar se lea el horizonte.



II

Estoy en una playa
en la que los vientos hablan a mis oídos
en la que la arena se humedece como una mejilla
y las botellas le han sido incrustadas.

Estoy tan amigablemente solo
mirando la orilla que va cambiando,
que escucho varias voces internas
y no sé cuál es la que me habla.

Es un momento para pensar en Dios
(comprender que somos parte de una
totalidad que nos contiene).

Es la hora en la que toda luz se desespera por brillar
y toda mi sombra se estremece al sentirse sabida,


Luis Alberto spinetta/Guitarra negra





Esta mañana, cuando mis manos temblaban de gustoso cansancio (ese inexplicable placer de saberse vivo…) leí estos dos bonitos poemas y sentí que funcionaban muy bien juntos...
Tengo ahora la extraña sensación de que todos hablamos de lo mismo…
Agradezco a Titina por regalarme esta colección de poemas con su profunda y sanadora visión de la esencia de su ser, el mío y el de todos… Y por la triste e infaltable naturaleza de la necesidad.


Basta con contar cualquier tristeza para entender la del mundo entero?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Usted lo merece... Titina!