lunes, 19 de octubre de 2009

Quietud

¿Que respiro si este aire no alimenta ya mi voz?
¿Yo que busca en la finita desventura que la luna me alcanzó?
Ahórrame este miedo a la hora del naufragio. Es tan solo, nuevamente, este sol que se proyecta, sin parámetros ni cuentas, sobre tres tibios senderos que no llegan a la montaña del sol.
Desearía que me suelte la cadena, desearía que pudiera tras la sombra de los faros arrancar la disimula y constante cobardía que me trajo la quietud.
Hago cuentas en dos ripios y me cierran casi justo. Sin embargo no desato las amarras por dudar… Ese ripio que aún me resta quizá late porque aún no lo alcancé, sin embargo una tormenta puedo ver.
Me estrello: persiguiéndote. Te estrello hoy, para nacer y tu sombra (tan nocturna) me amanece en soledad, me descubre en un remanso sin calor, sin deseo, sin la piel al siquiera.
Cuadro otra vez, me paraliza. Llanto que me deja de rodillas tras mi flor.
Extraña impotencia veo hoy.
Bendíceme, no quiero flotar. Déjame alcanzar la proyección de mi sangre en algún lado, la decisión que me acerca al fiel sabor. No me salgo remolino, no te salto porque no alcanzan mis pies. Dos palabras ya serían suficiente, una mano que se pose aquí en mi pecho (y que sea la adecuada), plantaría en mi sendero una gran bifurcación. Y yo, dueño de latidos, sin remedio y con gusto, correría lejos de tuyo, al encuentro con un nuevo amanecer.
La quietud es un enredo de fisuras, porque cuento pocas luces en el valle del placer y no abordo estas aves, porque un día ya no alcanza para mi.Hoy me late ese ripio que me resta, que se aleja, que tras la maraña está. Yo te pido sol inmenso me bendigas en honor al homenaje que te di.

1 comentario:

Gabriela dijo...

Quietud!



Extraña impotencia veo hoy....

y si el sol pudiera bedecirte...