lunes, 31 de agosto de 2009


Solo quiero que tu cuadro no se borre. Si la luz que te encandila ya se expande tanto (vida…) que no alcanzas con tus manos a tapar su resplandor, si de arriba hasta abajo hubo, solo, entre costillas infección o si aprendiste a dormir ahí en el suelo y te fue más cómodo que levantar la cabeza…
Yo no tengo fresca sombra para todos y mis pies tiemblan ante cada escalón. Vos sabés, muy bien, que tu fe es más grande que la mía al hablar de mi. Pero duermo mal con los sollozos en el cuarto (me resulta tan extraño no acercarme a tu piel…), es deber sincero no alejarme sin llegar y, mirá, la cicatriz nunca me deja olvidar.
Yo conozco, claro, la distancia triste entre el salto que hace falta y las piernas que no están. Pienso ilusionado, a veces, que quizá en algún momento, pueda ser uno la fuerza y otro la visión, pero se que no crees en nada, ya, también.
Me detengo a observarte preguntándome si tenés idea de cuanto nos necesitamos, mientras rezo que tus manos no me maten, corazón… Imagino que tus brazos, que golpean en mi cuerpo, solo quieren abrazar y me abrazo yo también para no querer matar.
Sigo una corazonada, sabés?
Yo no tengo ni la fuerza, ni lo ojos, ni la forma de llegarte… Yo no tengo, ahora, un paraíso para mi, ni para vos… Pero son dos manos más.

1 comentario:

Gabriela dijo...

Aqui te leo, y siento, pienso, hay cosas mías en sus palabras...y sera así y cada uno que lo lea...y cada uno que lo sienta, desde un único lugar...
El que escribe sintienddo, el que siente al leer.
Así tramando