jueves, 6 de diciembre de 2012

Va a llegar


Luna
Cuna de seda
Luces
Mares de crema

Agua
Resurrecciones de sal
Alambrados que se caen
Piel de Fe

Frases prístinas y brisas de rocío
Vidas próximas, desechos de hormigón
Cercanía, presencia de la nube
Aquelarre. Aroma de piel
Flor de loto
Portal de lucidez

Y no vas para que te llegue.
Te llega porque…

lunes, 12 de noviembre de 2012

I am the highway

Podría derivar entre los mares de silencio, hasta despegarme de mi piel.
O podría no olvidar quien soy...




lunes, 23 de abril de 2012

Ojos abiertos en laoscuridad



Fui ruina del miedo.
Fui, voz del silencio.
Fui suspiro inquieto.
Fui, espectro lento

Amanecer en mes de abril.
Fuego lento del tabaco.
Ojos abiertos en la oscuridad.

Fui fiebre de almohada.
Fui, pieles prestadas.
Fui raspando el suelo.
Fui, todo el secreto

El piloto sin señal.
Luz en rojo del motor.
Llave del cofre que venia a buscar.

Se rompió la brújala y era la señal.
Buenos tiempos de perderse y encontrar.
Miro en el espejo, ya no hay nada atrás
Y esa imagen que devuelve no es real.

…pierdo el rumbo…
…sigo el pulso…

Ojos abierto en la oscuridad,
llave del cofre que he venido a buscar.
Ojos abiertos en la oscuridad.

Llave del cofre que he venido a buscar

lunes, 5 de marzo de 2012

Precipicio del amanecer



Un paquete de palabras se agolpan en la salida del inconciente. Alguna cosa he de escupir. Una melancólica adicción, un repentino devenir de tumbos que me revuelcan en un regreso que no sé hacía donde ni porque, pero que presiento indispensable.
No voy a mencionar al silencio cuando mis pies me obliguen a reconstituir la imagen que abandone en una ceguera y que siempre estuvo aguardándome ahí (masticando con soberbia la seguridad de mi regreso), ya aprendí que soy muy tonto cuando creo que mi voz es capaz de atravesar lo inefable. Entiendo, me entiendo: el cristal con el que mis ojos ven tiene matices de estaciones y terrenos, pero es el mismo siempre, no sirve de nada andar trapeándolo y aunque mi idioma es poco popular, acaso, no hace falta más que la predisposición necesaria y casual, esa que vos siempre tenés.
Soplo la pequeña llama de esa vela que me ilumina, la noche no termino aún y tampoco es la hora de mis sueños, pero pretendo que nada me distraiga de la llegada de este nuevo amanecer. Solo una nota en el aire que recorre la habitación, abrigando madera, semillas y miel, que asfixia los sentidos hasta un mar de deseos genuinos y asumidos.
Allá donde voy llegara de un momento a otro, con susurros de tormenta que inunda y riega la tierra también. Mientras tanto espero, sentado en la oscuridad, fumándome la vida sobre la extraña belleza del fuego a la hora de las olas.


                                                 Desnudo...
                                Como Adán el primer día...

viernes, 3 de febrero de 2012

Puentes


Apenas conmovido, de la misma mano que siempre me empeñe en mantenerme (a fuerza de terquedad y miedo), guardo la sensación haberme apoyado de descansar después de un largo trecho contra un vidrio. Lo sabía, pero lo olvidé: la rueda seguía girando. El vidrio se rompió y, casi sin darme cuenta, caí hacia el otro lado. Ni había terminado de sacudirme los vidrios cuando ya estaba en marcha otra vez. Que te puedo contar del paisaje? Ya sabemos de que se trata esto del constante movimiento. Lo único que lamento es no poder haberme sentido más amigo del instinto que de la razón, porque aunque reneguemos de lo salvaje de la vida y aunque dudemos de pertenecer, naturalmente, a este cuadro, atesoramos la sabiduría de que el instinto es menos doloroso y que las heridas dejan marcas.
A pesar de todo y a fuerza de hacer un poco la vista gorda, preferimos convencernos de que elegimos el rumbo que llevamos y así vamos, casi convencido estoy de que no podríamos seguir yendo si no fuera de esta manera. Te sentís en un remanso entonces, ganas seguridad y pisas el acelerador a fondo (sabe Dios lo divino que se siente ese momento y lo valioso que es en sí, sin importar cual termine siendo el resultado final), no tardas mucho en sentir que te alejas de la ciudad  y vas a internarte en un descanso de sierra y selva. Pero el camino pega estas vueltas raras, viste? Y mientras te inunda la leve intuición de la rareza, las columnas crecen en el inframundo de la tierra y sólo, recién.  cuando el waray (o como sea que se escriba…) se extiende un kilómetro en el espejo retrovisor y notas que tus ruedas están a la altura de las araucarias, caés en la cuenta de que estás arriba de un puente. Pensás una vez más que los resultados del vacío se manifiestan mucho antes que la conciencia de este mismo. No tarda mucho uno en asumir que esta cruzando hacia otro lado, no se gasta siquiera tiempo en buscar un retorno que de antemano se sabe inexistente. Sin embargo, aunque llevamos esa luz de alerta latiendo en la frente, no podemos disimular la inquietante sorpresa que provocan esos carteles que anuncian a 500 mts bifurcaciones que nos distribuyen  a mas de media docena de destinos posibles, en esta autopista que ya sabemos más confusa que las de Sao Paulo.
Como si toda la joda se tratara de ir descargando lastre, siempre vamos dejando algo atrás…